miércoles, 1 de abril de 2015

Isabellae, de Raule y Gabor – Tomo 1

En la reseña de hoy toca hablar del primer tomo de Isabellae, tebeo que cuenta al guión con Raule (https://www.facebook.com/raule.anisaarsis?ref=ts&fref=ts) y a los lápices con Gabor (http://artofgabor1.blogspot.com.es/), siendo intitulado este volumen como “El hombre noche”.


Isabellae Ashiwara es una joven guerrera pelirroja que recorre el Japón del año 1192, ganándose la vida como cazarrecompensas a cambio de unas monedas. No obstante, el limpiar los caminos de malhechores es solo su objetivo a corto plazo, ya que su auténtica meta es reencontrarse con su pérdida hermana, Siuko. Y tras haberla estado buscando siete largos años, puede que ya haya dado con su paradero…

Esta obra tiene su primera virtud en saber introducir al lector en el Medievo nipón. Así, ya con la sombra de la batalla de Dan-no-ura (1185), se explica muy bien la vida nómada de Isabellae: su difunto padre pertenecía al clan Taira, el bando perdedor de la batalla y también de la guerra, explicándose así en parte su deambular constante. Pero el contexto histórico no queda solo en eso: se explica muy bien otros aspectos de la vida de Japón en aquellos tiempos, como pueden ser el budismo, la vida en la aldea o el bandidaje.  Quizás lo más notorio del tebeo sea, además de la violencia, la miseria reinante, ya sea económica o moral, no apareciendo en esta obra el bushido o código de honor de los samuráis. De hecho, el grado de salvajismo es tal, tanto por lo bélico como por alguna fechoría de carácter sexual, que no hacen esta obra apta para todos los públicos.

Respecto a los personajes, son los que ayudan a avanzar la trama en el escenario tan bien trazado que se ha comentado en las líneas anteriores. En primera instancia, Isabellae, que mezcla por un lado las virtudes de la valentía y la determinación y el defecto de la terquedad, todo ello condimentado con el arrepentimiento. Uno de los puntos más originales de la obra es que sea acompañada del espíritu de su padre, el cual siempre la guiará mientras sea recordado, siendo este detalle muy filosófico, igual que el propio progenitor de Isabellae. Para aligerar un poco el contenido dramático, el autor tiene a bien introducir cierto toque humorístico, como puede ser con los personajes de Jinku y Masshiroi, que eran antigua y respectivamente, aprendiz de monje budista y bandolero.

Respecto al dibujo, Gabor hace que el lector se siente enseguida sumergido dentro de la obra y la época narrada. Ya desde la primera página puede verse un gran detalle y esmero en los fondos y los escenarios de la obra, ya sean estos tupidos bosques, bulliciosas poblaciones o desolados montes. Los personajes tampoco se quedan atrás: están muy bien ilustrados, tanto en lo referente al vestuario, con los kimonos y túnicas tan elegantes del archipiélago japonés como en lo que se refiere a su expresividad, representando muy bien Gabor sentimientos de amargura, suficiencia, fanfarronería, y, en contadas ocasiones, alegría. Los combates están muy bien coreografiados, salvo en cierta ocasión que Isabellae se ve obligada a combatir con una caña de bambú, por no vérsela cogiéndola,radicando aquí quizás el único fallo del comic. En cualquier caso, la crudeza de la trama queda muy bien representada, como ya atestigua la brutal portada.


En conclusión, si os gustan las obras de aventuras con un buen marco histórico, así como las que tienen cierto toque sobrenatural, no dudéis en haceros con el primer tomo de Isabellae. Os podéis hacer con este primer volumen de 48 páginas de la trilogía de Raule y Gabor por un precio de 14€ gracias a Norma Editorial.

Por último, la dedicatoria que me hizo Gabor en el tomo durante su sesión de firmas en la librería Delirio Comics en marzo de 2015. ¡Gracias de nuevo por tu simpatía!

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